En mi adolescencia empecé a tomar consciencia de la vida, naciendo mi gran ANHELO DE CONSTRUIR UNA FAMILIA Y SER MADRE, afortunadamente gracias a las bendiciones de Dios, estoy segura de estar lográndolo.
A mis padres, les debo una excelente formación en valores que siempre recorrerán por mis venas, crecí en un hogar ejemplar, lleno de amor, solidaridad y trabajo, con ellos aprendí que el amor es persistente incluso después de ser llamados a la vida eterna.
Años más tarde, Dios puso en mi camino a un hombre maravilloso con el que formamos una hermosa familia, que dio como frutos a dos hijos sanos, fuertes e inteligentes, juntos, hemos logrado cada meta propuesta, con grandes esfuerzos y sacrificios. En un principio, pause mis sueños personales, asumiendo una vida que nos llevó a viajar a lo largo y ancho del país, para acompañar a mi esposo en su profesión, siguiendo ese firme propósito de mantener la familia unida, que, sin lugar a duda, ha sido mi mejor decisión.Transitando ese camino, llegamos a vivir en lugares con muchas problemáticas, donde enfrentamos grandes retos de salud, seguridad y bienestar a nivel familiar, develando ante mis ojos las situaciones reales que vive mi país. Esto tocó profundamente mi alma, despertando mi vocación por ayudar a nuestra gente en situación de vulnerabilidad, trascendiendo a una etapa de mi proyecto de vida, en la que comencé a llevar educación a poblaciones con múltiples barreras educativas, económicas, sociales y de orden público, dejándolos en situación de analfabetismo, desescolarización y vulnerabilidad, donde tristemente por sus necesidades de subsistencia y falta de oportunidades laborales, son presas fáciles de las fuerzas oscuras que dominan ilegalmente los territorios.
Con nuestro proyecto educativo nos propusimos llevarles esperanza a estas poblaciones, logrando escolarizar más de 4.000 personas en 7 años, devolviéndoles sus sueños, reivindicado sus derechos, incrementando la posibilidad de un futuro mejor para sus familias y para sí mismos, logrando promover su prosperidad integral para construir un país en paz, equitativo y con igualdad de oportunidades.
Hace 3 años, la vida nos dio un giro de 180 grados, llegó la hora de echar raíces, mi esposo se había pensionado, y había llegado mi turno de abrir las alas para volar de la mano de mi familia, tuve la gran fortuna de contar con todo su apoyo para materializar tantas ideas. Y así, empezamos por constituir juntos la FUNDACIÓN FEPROPAZ, siendo esta la llave para abrir las puertas de proyectos que nos han llevado a recorrer caminos con mucho trabajo, sacrificio y esfuerzo, llenos de aprendizajes y oportunidades, generando buenas acciones que ayudan a dignificar las condiciones de vida de nuestros conciudadanos y aportan en el cuidado de nuestra casa común, “la madre tierra”.
El descubrir esta vocación, me llevó a enfocarse nuevamente en mi profesión, creando el proyecto de CULTURA ECODIGITAL, orientado a la inserción de una nueva cultura de uso responsable, racional y seguro de la tecnología en relación con su sostenibilidad, cuyo objetivo es generar un sistema de hábitos, normas, prácticas y soluciones, que, al ser apropiadas y aplicadas por las personas, comunidades y organizaciones, contribuyen en el equilibrio de nuestro planeta.
Este proyecto es pertinente, necesario y permanente, al generar múltiples impactos a nivel ambiental, social, cultural y tecnológico, porque contribuye en la mitigación del calentamiento global, escala desde las personas a las organizaciones, cambia la interpretación del paradigma del manejo de las TIC, permitiendo formular regulaciones y lineamientos de tecnología sostenible, con la visión de convertirse en un modelo de país apropiado de cultura ecodigital desde lo local, regional y nacional hasta convertirse en una propuesta global.
En mi caso, como mujer y madre de familia, también me ha permitido convertirme en una emprendedora empoderada, logrando llevar esta propuesta a una nominación internacional como finalistas de la categoría Desarrollo Humano en los premios Latinoamérica Verde 2022 en Miami – Estados Unidos, donde ocupamos un honroso segundo lugar, entre 2.552 iniciativas socioambientales de Iberoamérica, Europa y África, provenientes de 655 ciudades y 28 países.
En consecuencia, el Ministerio de medio ambiente y desarrollo sostenible de Colombia, a cargo del Dr. CARLOS EDUARDO CORREA, nos brindó un espacio de visibilidad y networking en el Evento ALFOMBRA VERDE, donde pudimos presentar nuestro proyecto y recibir el reconocimiento especial por la trayectoria ambiental, convirtiéndose en un hito de mi existencia, un momento donde sentí el orgullo más grande de mi vida, al ver a mis hijos: Dylan Fernando y Neithan Fernando, desempeñarse como los embajadores de la nueva cultura ecodigital y que a su corta edad estén empoderados de una cruzada por salvar nuestro planeta, exponiendo con fluidez, pasión, entereza y determinación ante personalidades y autoridades del medioambiente, un proyecto que seguramente, no solo les cambiará su vida, sino que inspirara al mundo a sumarse a este noble propósito.
Aunque todavía falta un largo camino por recorrer, mi corazón se llenó de esperanza, al ver como estos dos niños de tan solo 9 y 12 años, han asumido la responsabilidad de imprimir su valiosa e inspiradora contribución en la lucha por proteger el medio ambiente, participando en la apretada agenda de la semana más grande de la sostenibilidad ambiental Iberoamericana, expresando sus ideas y expectativas ante grandes ambientalistas, grupos de mentores y sponsors que no solo admiraron sus habilidades de comunicación y disertación de su proyecto, sino que le abrió una puerta a la participación de las nuevas generaciones, con proyectos que aporten en la construcción del desarrollo sostenible global.
Hoy, siento que mi labor de madre está siendo recompensada, por eso, con gratitud me inclino ante Dios por escogerme para asumir esta misión de ser mamá y mensajera de esperanza para la vida de nuestro planeta, poniendo en sus manos este proyecto y llamándole por sabiduría para seguir empuñando la bandera de la sostenibilidad de la mano de mi familia, para que cuando crezcan estos futuros ciudadanos, cuenten con un lugar en condiciones adecuadas para poder vivir y puedan cumplir su sueño de ver la humanidad apropiada de la cultura ecodigital y el planeta en equilibrio.
Definitivamente los valores ambientales deben construirse desde la familia y como lo menciona Antoine De Saint Exupery, en el principito “Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor”
Hijos Dylan y Neithan, Gracias por inspirarme a ser mejor persona y por brindarme el privilegio de ejercer mi labor de madre… Los Amo